Disfrutar de la vida, amar profundamente, y atesorar en el corazón la calidez de cada atardecer para esperar confiada un nuevo amanecer, es y será el norte de mi vida.
Una vida plena, una vida de alegrías a pesar de todo, porque no hay tiempo para la tristeza, porque no hay tiempo para las lágrimas, solo se vive con la plena conciencia de dar lo mejor de si misma a tu familia, tu profesión, a tu país y porsupuesto ante todo al divino hacedor que con su infinita ternura me ha permitido existir en esta vida, y a quién día a día, noche a noche, le agradezco por abrir mis ojos, por respirar, por amar, por vivir.